El Barrio de Titerroy ha dado comienzo este viernes a las Fiestas de San José Obrero con el pregón de la ex maestra del Colegio de Titerroy, María del Rosario Delfina Hernández.
Antes de la lectura del Pregón la asociación vecinal realizó un homenaje a los infantiles del Ca´Mario Lanzarote San José Obrero, proclamados recientemente campeones de Canarias, logrando la clasificación para la fase sector del Campeonato de España Infantil.
Al estreno de las fiestas asistieron tanto el alcalde de Arrecife, Yonathan De León, como el concejal de Fiestas, Echedey Eugenio, quienes dirigieron unas palabras a los vecinos presentes e inauguraron las fiestas patronales.
Van a ser seis días de fiesta con protagonismo para los más pequeños pero también para los mayores, pues podrán disfrutar de diferentes talleres, una simultanea de ajedrez para todas las edades, la actuación de Pepe Benavente, Los Coquillos, la Verbena de Asalto, finalizando con la tradicional procesión del santo por las principales calles del barrio.
Tras la finalización del pregón arrancó la actuación de Los Salvapantallas, poniendo en pie a los centenares de asistentes y poniendo un broche de oro a la primera noche de las Fiestas de San José Obrero en el barrio arrecifeño de Titerroy.
PREGÓN FIESTAS DE TITERROY 2024
Buenas Noches! Estimados vecinos y vecinas del barrio de Titerroy; Amigos y Amigas; Familiares; Miembros de la asociación de vecinos y comisión de la Fiestas de San José Obrero; a mis compañeros y compañeras del colegio de Titerroy, y al resto de personal laboral del centro; a todos mis alumnos y alumnas; a Nuestro Párroco Don Manuel Arencibia; A todas mis compañeras y compañeros catequistas; a nuestras autoridades presentes; Muchas Gracias, por su asistencia a este acto.
Por tanto, sepan todos que hoy arrancan oficialmente las Fiestas Patronales de San José Obrero 2024, en el Barrio de Titerroy.
Mi propósito de esta noche es contarles y hacerles partícipes de un recorrido personal por la historia y la memoria de mis recuerdos. Por los efluvios de mis tiempos vividos y las experiencias propias de la ciudad de Arrecife, con el barrio de Titerroy.
Por ello quiero volver a agradecer a la asociación, la invitación a este acto como Pregonera de las Fiestas Patronales en Honor a San José Obrero 2024, y sobre todo, a su Presidente Don Ismael Montero, por su capacidad de gestión y labor desinteresada durante tantos años al frente de la misma.
Como muchos ustedes saben, nací en Arrecife, en la Calle Pérez Galdós, que era la casa de mis abuelos maternos, más tarde nos mudamos a la Calle Fernández Ladrera donde estaba el Cine Atlántida, mi abuela vendía golosinas y mi tío, helados.
Tengo muy gratos recuerdos por lo sano que era, en esa época, vivir en Arrecife.
Yo soy la mayor de ocho hermanos, y mi madre me mandaba a casa de mi abuela, para que mi tía María me hiciera las trenzas, iba frente a la tienda de Don Abraham, y me enfadaba porque me decía, que yo me lavaba el pelo con manzanilla, por lo rubia que era. A la calle Emilio Ley iba a la despensita para comprar leche de vaca, que estaba (….), a Aquilino Fernández iba a comprar el pan y panitos dulces a la Señora Carmen.
En la Calle Hermanos Zerolo, estaba el almacén del Señor Faustino que vendía plátanos, sardinas en aceite y embarricadas, al lado, estaba la Señora Joaquína, que vendía carbón. Y Don Pepe Pérez que despachaba Manolo (….). Volvía a mi casa y de allí me iba al colegio de Las Monjas en la Plaza San Ginés.
Al vivir con personas mayores, también aprendía muchas cosas, como por ejemplo, le preguntaba donde vas? Y me contestaban a Maneje, como algo muy lejano.
Recuerdo que al lado de mi casa, estaba el Bar del Señor Diego donde Iba Juanele y jugada con mi padre, y otros compañeros a las cartas.
A continuación, estaba Ancona para vender los billetes del barco. Después empezaba el cine Atlántida con la casa de la Señora Margarita que era la que lo limpiaba, así empezó mi amistad con su hija Maribel Navarro, que estuvo muchos años dando clase de matemáticas en el Instituto Blas Cabrera.
Mi padre siempre tuvo un barco, empezó por uno pequeño, hasta que se hizo con uno más grande para seis pescas que lo tenía como (), nos ponía una cuerda y nos bañábamos en el centro del Charco San Ginés. En el Charco, también nos enseñó a mí y mis hermanos a coger camaleones, para sus pescas, yo iba cogiendo y comiendo, también me encantaban en tortilla, cuando llegábamos, siempre recibía la reprimenda de mi padre, porque era la que menos cogía de mis hermanos. Otra de sus aficiones era, la de reunir a familiares y amigos, por la noche, y leerles capítulos de novelas del Oeste.
El siguiente colegio que me tocó fue en la Calle General Balmes, hoy Dolores Pérez, donde la Señora Regla todas mis compañeras, algunas seguimos juntas pero otras se fueron a Valterra.
La afluencia no cesaba y la población hacia crecer la ciudad con nuevas construcciones, siempre hacia arriba, alejándose del mar. En la zona alta de Arrecife, en terrenos por los que corría la escasa agua de lluvia, hasta las acogidas, que en tiempos inmemorables llamaban Maneje. Se construyó el cuartel militar en el año 1944, y las casas para las familias de los militares, en la C/ García Escámez, hoy Juan Negrín, también estaba el colegio Sanjurjo Maneje. Mi familia me decía, y yo de lejos lo veía, que había una casa cortijo en el Morro Angelito.
De las primeras construcciones a finales de 1957, de 120 viviendas sociales, a mi familia le adjudicaron una, en la Calle Tilama 18, seguía Tisalaya, Calle Tinache, Timbaiba, Tinamala y la que atraviesa que es la Calle Tingafa. Dándole al barrio en nombre de Titerroy Gatra, las casas no tenían agua, ni luz y se pagaban 128 pesetas.
El chorro del agua que estaba en la mencionada calle Tingafa, frente a lo que es hoy el Parque Pío XII, se recogía el agua para las casas, que venía de Famara, y aunque no nos gustaba, la verdad, es que no había otra. Nuestras familias nos levantaban temprano para que llenásemos todos los bidones que teníamos. Los hijos mayores con garrafas y latas nos poníamos en fila, una y otra vez, hasta terminar de llenarlos.
Al estar el primer colegio hecho, y no haber maestros asignados, cada uno iba al colegio de donde provenía. Nuestras madres nos ponían el uniforme blanco, pero con las carreteras de tierra, tanto subir y bajar, al final el uniforme terminaba más canelo que del color primigenio, por lo que nuestras madres lo tenían que lavar diariamente. Al año siguiente, nos pasaron al colegio que estaba donde hoy está el Centro de Salud de Titerroy, donde nos impartirían clases a las niñas, Doña Mercedes Medina, y a los niños Don Francisco Fajardo. Y por fin al año siguiente, nos tocó en nuestro barrio, los niños con Don Santiago Cabrera y las niñas con Doña Pilar, esposa de Don Agustín de la Hoz, los cuales vivían en la calle Tinamala, al lado, de Don Rafael Ángel Domínguez. Posteriormente vino Doña Isabel que fue cuando yo ya hice el ingreso en el Instituto Agustín Espinosa, en la Calle Coronel Bens. Fui una privilegiada, porque del barrio no fue nadie conmigo.
El barrio iba creciendo, y con ello, también iba mejorando, en la Calle José Pereyra Don Manuel Tejera y su esposa Doña Magdalena, abrieron la primera tienda de comestibles, ella con sus círculos y rayas, hacía las cuentas sin equivocarse. También creció con otros grupos de viviendas, por debajo de Titerroy, se formó el grupo del Generalísimo Franco, y más tarde, el de José Antonio Primo de Rivera, y así sucesivamente. Por eso, aún hoy hay calles que tienen tres nombres, la de la Caixa, por ejemplo, que empieza como Avenida Hernández Pacheco, sigue para arriba como Gregorio Marañón, y finalmente termina como Tinache.
Según la historia los terrenos eran de la Condesa Santa Coloma, de ahí que luego pasaran a llamar el barrio con ese nombre.
Entre mis recuerdos, también está el quiosco que había al lado del Chorro del Agua, el de Don Daniel, esposo de Doña Carmen Tabares, que ha estado vinculado de siempre, a la Iglesia de San José Obrero, allí vendían golosinas, novelas, tebeos, etc.
Yo hice primero y segundo y me matriculé en tercero, pero por enfermedad de mi madre, me tuve que hacer cargo de la casa, a la edad de ……..
De las primeras escuelitas del barrio está la de la Calle Timbayba, que llevaba Pichichi, a la que también acudí.
Una cosa que no hubo en el barrio hasta tiempo después, era un Centro de Salud, unos como mi familia íbamos a la calle Manuel Miranda, y otros, a Valterra, para ser atendidos, en la Calle Gregorio Marañon recuerdo ir a Doña Rafaela, que ejercía de practicanta, y era la que ponía inyecciones en el barrio.
Cuando mi madre se recuperó, me fui a trabajar de cajera en la ferretería Spinola, el encargado Don Juan, al cual quiero mucho y, que también era vecino del barrio, me cuidaba como una hija, aún guardo muy buen recuerdo de él.
En al Calle José Pereyra también estaba la tienda de Don Ándres Tejera y Doña Leonor Luzardo. Don Ventura Tejera y Doña Mariquita Parrilla, ella sobrina de Don Pepe, él fue precursor, junto, con otros vecinos del barrio, de la recogida de firmas, para que el barrio contase con un pequeño Centro de Salud, donde en un principio solo atendían a los mayores para inyectables e insulina, como anécdota diré, que se le ofreció a Doña Mariquita, su mujer, tener que ponerse una inyección y la mandaron a Valterra, por no ser mayor; la tienda de Juanito, la Primera carnicería de Doña Angelita Padrón, Don Domingo Betancort también vendía Loza, la barbería de Don Francisco, que perteneció en su época a la asociación de vecinos, la barbería de Pepín Orosa, y la tienda de Ruperto Martín, y su esposa Doña Lolita, La tienda de muebles de Don Manuel Barreto, que tenía su anexo en la Calle Tinamala, la de Juanito desapareció, cuando Cruz Díaz hizo primero el sótano, vendía al por mayor, y más tarde abrió el Supermercado. Al lado estaba la zapatería de Juanele, al que le había tocado casa en barrio también, y al que yo ya conocía.
En la Calle Tinamala tenía casa Chano el carnicero, Juan Guerra, estaba el Bodegón de Don Paco, donde los vecinos jugaban a las cartas. Mi tío Mateo tuvo un bar y una dulcería. El solar hasta la esquina de mi casa era de Don Manuel Martín de Tinajo. Las amigas de mi tía Amelia y Consuelo venían a visitarla, de ahí la amistad, también venía la prima Paulina de Montaña Blanca, y amarraba el burro detrás de mi casa, ella venía a vender en la Recoba, y luego iba a la Calle Tisalaya a ver a su hija Josefina, casada con Eligio que trabajaba en el Hospital, y por debajo Don Julián que era portero, también vivía Don Basilio Policía Local, que fue el que compró la primera tele del barrio, el cual tenía una tiendita donde vendía Politos redondos y petardos. En la esquina de enfrente se encontraba la floristería de Peto, que hacía unos ramos estupendos. En los años 70, en torno al 75, Don Marcial García compró el Local donde estaba el Bar de mi tío, e hizo su casa y en el anexo de Barreto, la panadería de Señor Ladislao, recuerdo esperar a las horas marcadas, para mandar a mis hijos, a por el pan caliente.
Ya había guaguas en el barrio, que Don Alberto, padre de mi tía Miguelina, los cuales también vivían en el barrio, fue de los primeros conductores.
Cuando tuve 15 años, edad mínima exigida para entrar en el curso nocturno del Agustín Espinosa, volví para terminar el Bachiller, Fue un año muy importante en mi vida, pues conocí, al que hasta hoy es mi marido.
El primero en el barrio en vender pescado, puerta por puerta, a los vecinos fue mi padre, mi familia fue la primera del barrio en tener una nevera, pues mi padre la compró por ese motivo, ya que si no lo vendía todo en el día se le echaría a perder.
De la iglesia íbamos a San Ginés, más tarde, se empezó a impartir misa también, en el cuartel, donde las Señoras tenían su reclinatorio y las hijas cojines, porque el suelo era de rofe, las que llegaban primero los cogíamos con rapidez, pues las últimas se quedaban sin ellos, y cuando salíamos, recuerdo escapar, para evitar las piedras que nos tiraban los hijos de los militares.
Cuando Don Ramón Falcón fue Párroco de San Ginés, hacía en las aulas del Colegio Sanjurjo, las misas. Él también fue el que fundó la primera piedra de la actual iglesia.
Para recaudar dinero (¿para qué?) se hacían teatros, donde participaban muchos vecinos, entre ellos yo; el barrio también se comprometía con la recaudación, pues cada vecino aportaba una cantidad, el Párroco era quién preparaba los talonarios. A mí me tocó la Calle Tinache y Gregorio Marañón, siempre se hacía a principio de cada mes. Ya desde esa época me hice catequista, y enseñaba el catequismo a los niños del barrio, para prepararlos para su Primera Comunión.
También recuerdo que la primera dulcería era la de Don Gregorio y su esposa Doña Antonia, la que fuese una de las primeras presidentas de la asociación de vecinos.
También recuerdo el primer comedor escolar, de la que era cocinera Sor Efigenía, madre de los anduezas, comedor al que acudirían mis hermanos pequeños, Toñito y Miguel Ángel.
La tienda de Andrés Bermúdez estaba en la Calle Manuel José Alver, donde trabajó mi hermana Ángeles, antes de hacerse peluquera, luego pasó a ser la autoescuela de Don Miguel Retama, y posteriormente una mercería.
En la Calle Tilama, vivieron mi tía María, y mi tío Meluco, que al no tener hijos, me solían llevar siempre con ellos, él, buen ebanista y reparador de muebles antiguos, ella un amor de persona, para mí como mi segunda madre, siempre se prestaba ante cualquier eventualidad mía o de mis hijos, cosa que hoy quiero agradecer. Gracias familia Parranda. En la misma Calle vivió Don Juan Brito, al que todos conocemos por su aporte a la isla. También estaba la tienda de Doña Juana Barreto, María y luego pasó a ser de su hijo Rafael. Estaba también la casa de Macarto, el betunero, que trabajó siempre frente a la Cafetería Brasilia; también residió en la misma Calle, Don Francisco que fue cocinero del Hospital, recuerdo con agrado a su Señora Irene, costurera del barrio, pues me enseñó a coser de bien temprano. En la esquina de abajo estaba la tienda de Doña Isabel, y enfrente la carnicería de Salvador.
Cuando dejé de trabajar la ferretería, estuve dando clases de apoyo, a niños pequeños, aquí en la Calle Tinamala, iba a la academia de Doña María de los Ángeles, en la Calle Tinache, hasta que terminé el Bachiller, en la misma Calle, vive otro vecino ilustre, Don Antonio Corujo, barbero y folclorista.
No quiero dejar de recordar la tienda de la familia de Don Ricardo Morales, y Doña Manolita, quienes me conocieron siendo muy niña, y donde se vendía ropa y juguetes. Una de las primeras en vender a aparte de comestibles flores, fue Doña Maruja, y más abajo, estaba la tienda de Don Modesto Martín. Frente estaba un grupo de casa de tres pisos.
En la Calle Tinamala, estaba el bar de Don Miguel Fajardo padre, con cancha de bolas, luego pasó a su hijo Miguel, para más tarde pasar a llamarse Bar Winston y convertirse en propiedad de Don Andrés Bermúdez, el cual años después montaría un pequeño Supermercado, que al tiempo pasaría a ser asadero de pollos. En la misma calle, se ubicaba la tienda de Don Agustín, posteriormente pasaría a ser la autoescuela Santa Coloma, y de Don Chano y su hermano, que procedían de Haría, luego estaba la casa de Don Pepito, que vendía la ONCE, y justo al final Doña Margarita, que hacía truchas y Lazitos, de los que nunca faltaron en casa por Navidad, era hija de Amelia, muy amiga de mi tía Juliana, y casada con, Don Luis, Policía Local, que en su tiempo libre hacía rotulaciones.
Volviendo a la Calle José Pereyra, el Señor Machín, tuvo allí la primera Panadería, y dejaba a mi tía abuela Juliana, hacer dulces por las tardes, que luego ella vendía con un cesto, y otras golosinas, en un banco delante del Sanjurjo. Al final de la Calle, vendía flores y daba clase Doña Obdulia, allí se encontraba también la churrería de Don Casimiro en la Calle Tisalaya, vivía la familia de Don Isidro Callero, el mudo, que vendía lotería, y con los que teníamos muy buena amistad.
Cuando terminé el Bachillerato, me fui a Las Palmas a cursar mis estudios de Magisterio, éramos un gran grupo de Lanzarote, yo era la única que iba del Nocturno, siempre con mi carácter alegre y cantando rancheras. Aquí quiero hacer una mención especial, por la ayuda que siempre me prestó, mi compañera Doña Josefa González, con la que compartí pupitre y amistad, Gracias a ella y mi tesón conseguí terminar mi formación como Maestra, en el 73.
Así que, en el 73, terminé y me casé. Y ahí empezó otro dilema, mi marido de formación y profesión mecánico naval, aparcó sus ilusiones de siempre, para quedarse en tierra, para ayudarme a criar a nuestros hijos, y después de varios trabajos, le surgió la oportunidad de meterse en la Policía Local, ya que en la época, por consorte que se llamaba, si tú eras funcionario en un Municipio, tu pareja si nombraba plaza de funcionario, la dejaban en el mismo municipio. Así fue como llegué al Adolfo Tophan, en mi primer año de magisterio, del que guardo muy buenos recuerdos en especial de Fernando Curbelo, su director. Ya al año siguiente, empecé en el Sanjurjo Maneje, donde ejercía la profesión durante 34 años, hasta mi jubilación. Allí empecé compartiendo con compañeros como Don Francisco Fajardo y Don Pancho Sánchez, y seguí con tantísimos otros, de los que no nombraré más pues seguro me dejaré a más de uno injustamente sin nombrar. Aunque si quiero decir que disfruté de todos y cada uno de ellos, solo mencionaré a Don Nicolás Martín, porque consiguió traer Radio ECCA al barrio, y a Don José, el marido de Doña Emilia, por un gesto precioso que tuvo hacía, mi y es que en una d ellas aulas, donde se encuentra un pequeño jardín, plantó una palmera, que aún hoy sigue allí, en recuerdo de nuestra amistad, que se fraguó durante años de convivencia como vecinos, y porque todos mis hermanos, cursaron sus estudios allí.
Del actual, CEIP Titerroy, solo guardo buenos recuerdos, desde sus inicios, hasta cuando lo fueron ampliando, con el anexo en la C/ El Rafael, que en principio era para la segunda etapa, pues todavía no existía infantil. De hecho, tuve que llevar a mis hijos a la guardería de Dalila, junto con otros y otras compañeros y compañeras, por ese motivo. Recuerdo que Cándido, el taxista, nos recogía todos los días y nos llevaba, y traía, pues aunque siempre tuve carnet, nunca me dio por conducir. Fueron tantos años, tantos recuerdos, tantos y tan buenos compañeros, que hasta llegué a tener de compañera a mi propia hija, Chari, que aún hoy sigue en el mismo centro. Hasta cuando tuve problemas de salud, yo o cualquiera de mi familia, siempre, me facilitaron las cosas; a los del consejo escolar, padres y compañeros, agradecerles siempre el buen y respetuoso trato, sigo sin querer nombrar a nadie, por no olvidarme de alguno, de los que están y de los que ya, por un motivo o por otro, ya no están; el comedor escolar, que primero fue Salón de Actos, y donde se hacían las fiestas de Carnavales y Navidad; donde tuve la suerte de ayudar, cuando ya fue comedor, y compartir con los que allí trabajaron, siempre recuerdo el cariño recibido; y como no Mis alumnos, como los quería y quiero, con todos tuve buenos y malos momentos, pero siempre pesa más lo positivo, y puedo decir que nunca tuve verdaderos problemas con ninguno.
Todavía cuando voy, que aún queda algún compañero de mi época, y mucha nueva cara, me siguen recibiendo de mil amores. Con las más veteranas, ya hoy jubiladas, sigo en contacto, a través d un grupo de Whatsapp, Chicas del Sanjurjo, y nos reunimos dos jueves al mes, para desayunar, y ponernos al día de nuestras cosas. Otro grupo de Whatsapp comparto con los compañeros de la promoción 70 – 73 de Lanzarote, donde también aprovechamos para estar informados de nuestras cosas, y quedar de vez en cuando.
Para seguir con el Barrio, mencionar la Plaza Pío XII, y el Quiosco del Señor Justo, donde podíamos comprar churros, tomar un café, y hasta jugar alguna partida de cartas, fue su hijo Ángel Samuel quién fundó la asociación cultural el Cacharro, que tan importante fue, para los jóvenes del Barrio, decir que él, fue alumno mío, a su vez mi hijo Conrado, fue alumno suyo, y desarrollaban talleres de todo tipo, Pintura, Cerámica, Fotografía.
También vivió la familia Torres, todos ellos vinculados al Folclore, Don Miguel el sepulturero, frente la tienda de Doña Margarita, su hija Tita Barreto, que llegó a ser presidente del Ampa del colegio Sanjurjo. La tienda de Doña Juana y Doña Felisa, siempre vinculada a la Iglesia; la escuela de maestro Gregorio, la casa de los Hernán, donde padre e hijos eran músicos y cantantes; Don Salvador Hormiga, Policía Local.
En la Calle (……………………………………………) Don Agustín, con su carro, de los primeros, junto con mi padre, que vendió pescado en el Barrio. Don José Villalba que trabajó en el Hospital Insular, su hija, Doña Milagros, y Don Juan Pérez, que cogieron la tienda de Don Ricardo en la Calle José Pereyra, frente vivió la familia de Don Ramón. Que era un apersona mayor, y al morir y ser el primero, le pusieron su nombre al Cementerio Municipal.
Calle Doctor Chill y Naranjo, donde vivía Don Manuel Bethencourt, el de los futbolines; Don Juan Romero, cartero, que estuvo en la primera oficina de Correos del Barrio.
El Comedor Escolar, cuando todavía era Salón de Actos, y se desarrollaban las fiestas de Carnaval y Navidad, donde participaban los niños, padres y docentes, bailando y cantando; Recuerdo la celebración del día de Canarias, donde se hacía una exposición, de todo la relacionado con la canariedad, también acudían artesanos, como Doña Isabel ( ) que hacía Rosetas, Doña Rosario que trabajaba la cerámica, y Doña Irene la empleita. Eran jornadas de puertas abiertas donde pasaban padres y niños, y se cantaba canciones del Folclore Popular. También se hacía uso del campo de lucha que había en el Centro y que más tarde pasaría a ser el Huerto escolar.
En la Calle Fray Mendo 18, estaba la dulcería de Doña Magdalena, y de su marido Don José, también ejercía de practicante poniendo inyectables, esa tienda es la conocemos hoy como la de Doña Felisa, que era la hija de ellos.
En la Calle Luis de Guadarfía, hubo un Centro para curas. La Primera Farmacia la tuvo Don Juan Armas; Don Juan Sosa era el de la ambulancia; y en la Calle Hermanos Álvarez Quintero estuvo la primera Librería y Administración de Loterías, perteneciente a la familia Caraballo.
En la Avenida Eugenio Rijo, Rocha donde está La Tasquita, hubo una tienda de la familia Merino. En la Calle Avenida Hernández Pacheco, tuvo el primer cine del Barrio don Carlos Hernández, el conocido cine Hollywood, su esposa Doña María Morales regentaba una tienda de ropa; la caja de canarias siempre estuvo donde se mantiene a día de hoy, ya como Caixa, cruzando estaba la tienda de Don Julián de León, que pintaba y a su vez, vendía pinturas; y la tienda de Don Sebastián y Doña Margarita que vendía un poco de todo.
Volviendo a los alrededores de la casa de mis padres, recuerdo el Parque de los Pinos, que lo cuidaban Don Julián y Don Manuel, por la misma zona vive Don Lorenzo Lemaur, con quienes empezaron la práctica del balonmano mis hermanos pequeños y alguno de mis primos, quienes entrenaban donde podían y lo mismo hacían para jugar.
El Centro de Salud se hizo en el patio del colegio, con la puerta para la Calle Doctor Juan Negrín, respetando las casas ya más recientes. Se cerró por obras más de un año, cogieron las aulas y en el año 2006 se inauguró con la presencia de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía.
La iglesia empezaron a hacerla con el dinero, que como ya dije se había recaudado, con la ayuda y el esfuerzo de los vecinos del Barrio, muchas gracias, ya que fueron muchos y fue mucho el esfuerzo realizado por estos. Para que los vecinos pudiéramos contar con una iglesia para rendir culto al Patrón que hoy celebramos, basta con decir, que yo tuve que casarme en la Iglesia de San Ginés, con Don Francisco González, pues no fue hasta el año siguiente cuando se terminó la Iglesia de San José Obrero. Decir que la casa del cura fue donde está hoy la Asociación de Vecinos del Barrio, pues hasta tiempo después de terminada la Iglesia, no se terminó la Casa del Cura y el Salón Parroquial. Siempre he estado vinculada a la Iglesia, inculcada por mi madre y las personas mayores con las que me crie. En tiempos de Don Santiago González, retome lo de la catequesis a los niños del Barrio. Hablando de Iglesia no quiero dejar de hacer mención de la única ordenación sacerdotal del Barrio, que fue la de Don Rafael tejera Parrilla 14-12-1986, en el tercer domingo de adviento, día de San Juan de la Cruz, misa que fue oficiada por Obispo Ramón Echarri, el Prior Dominico y el Párroco, vinieron varios dominicos de Candelaria, incluso de Península, yo acudí con mi familia, pues de toda la vida hemos estado unidos por una fuerte amistad.
En 1999, se formó un grupo de padres, que coordinados por Falo Delgado, y nueve mujeres, montamos los cursos de catequesis parroquial, también se formó un grupo de vida, que nos reuníamos en nuestras casas; ya con el párroco venerando, siguió el mismo grupo, pero ya se implicó todo, la catequesis, y el grupo de vida, y seguíamos quedando para charlar y compartir, en nuestras casa o en algún restaurante, y nos identificamos como el grupo de los 60, y aunque tengo confianza con todos ellos, , quizás por cercanía, con quién más he compartido es Emiliana. Quiero darle las gracias a todos, por su paciencia conmigo.
Ya en al año 2002, con Don José Antonio Socorro, empezaron las misiones, donde un grupo de 25 vecinos, en casa de Doña Consuelo, recientemente fallecida, y desde aquí quiero tener un cariñoso recuerdo para ella; nos reuníamos en asambleas populares, con Don Marcial González de coordinador. Don marcial González, junto con Falo y muchos otros, siguen aportando a la Iglesia, con los grupos de mayores, los grupos de biblia, etc., no quiero olvidarme aquí de Doña Mariquita y su hija, que colaboraron mucho con la Parroquia, mientras vivieron en el barrio. Del grupo de padres inicial quedamos tres, como formadores de catequistas, tenemos 22 padres actualmente. Quiero darle las gracias a Loli Viña y su hermana, por la ayuda y ánimo que me dan, en mi desempeño como formadora.
También dentro de las actividades de la Iglesia, me gustaría nombrar a Doña Carmelina Corujo, pues fue la que formó el grupo de personas mayores del barrio, donde se reúnen para hacer ganchillo, rosetas, colchas, cojines, etc., y con eso se hacía un mercadillo durante las fiestas del barrio, siendo la recaudación para Cáritas. Este mismo grupo sigue actualmente, en la asociación de mayores Cecilia Roldán, con implicación del Ayuntamiento, y bajo la batuta de Loli Talavera; con la misma finalidad, pero al haber más gente, y generar algún ingreso más, se benefician otras entidades, tales como Calor y Café, Cruz Blanca, etc.
No quiero terminar sin pedir perdón a tantas personas que no he nombrado, que hemos sido amigas, unas están y otras no; pero darle las gracias por hacer que yo quiera y defienda tanto a mi barrio, del que no he recibido sino cariño.
A mis vecinos y vecinas de donde nací, que al venirme para el barrio me trataron como una hija; la familia de Avero, la Señora Socorro, mi familia adoptiva Pedro Ortega y Mary Suárez, a mi vecina Gema, a la familia de José Miguel el de la Tarta; a las enfermeras del Centro de Salud, al médico de familia Don Jaime Martín, a Olga la peluquera, a Margarita y lita por su academia, a Valeriano Trancho, por lo mismo, a Sor Benedita, a esta asociación, que me brindó esta oportunidad, y a todas sus juntas directivas. Muchas Gracias!!
Felices Fiestas!! Que Viva San José Obrero!! Que Viva Titerroy!!