Una tarde invernal en el corazón de Lanzarote, algo fresquita pero, como es habitual, mucho más afortunada que el invierno peninsular y europeo. A pesar de esa sensación de frío creciente en la tarde del Monumento al Campesino, al entrar en la sala donde ya esperaba Cira Rodríguez cambiaban las sensaciones de repente y lo que era un frio poco acogedor se convertía en un calorcito con olor a tranquilidad.
Cira recibía a los asistentes proporcionando simpatía a raudales y arrancaba el taller bajo el título ofrecido por los Cacts, “Gestión emocional para emprendedores, artistas y otros bichos raros”, destacando palabras como pasión, gratitud y el anhelo del olvido de lo malo.
Ha combinado música y anécdotas con la parsimonia del que acostumbra a mimar almas, ataviada en una sonrisa eterna y extensa, disfrazada de rojo cereza. Ha invitado con fruición a “enfrentar los miedos, cualquier tipo de miedo” y enarbolar la bandera “del atrevimiento”, animando sin fisuras a los “bichos raros a seguir aprendiendo y a relativizar todo lo malo”.
Cira Rodríguez, repleta de color y luz aunque vestida de negro en su totalidad, ha apostado fuertemente porque “hablemos y nos hablemos bonito” y que no dudemos en abrazar “los momentos de inseguridad e improductividad”, porque, en ocasiones, son los momentos indicados para dar rienda suelta a la creatividad.
Finalizaba aclarando que “hay que establecer objetivos, visualizar el siguiente paso aunque, eso sí, sin olvidar la importancia del descanso”. Concluía con un amago de karma: “Persigue tus sueños”.
Rodríguez destapaba el tarro dulce y meloso de su voz con un par de temas, “Mujer lava” y “Sueña” y el destino le regalaba un espectacular y merecido atardecer que se filtraba, juguetón, a través de las ventanas del Monumento al Campesino para crear uno de esos recuerdos que nunca se olvidan.