Centros educativos de Lanzarote han organizado distintas actividades coincidiendo con la celebración, este miércoles, del Día de las Letras Canarias, que este año homenajea al periodista y escritor de Teguise Ángel Guerra coincidiendo con el 150.º aniversario de su nacimiento.
Bajo el título ‘Mi canarismo favorito’, el Colegio de Educación Infantil y Primaria (CEIP) La Asomada-Macher, en el municipio de Tías, ha organizado un concurso de deletreo en el que el alumnado ha demostrado su conocimiento sobre voces o usos propios del español hablado en las islas.
Por su parte, el Instituto de Educación Secundaria (IES) Costa Teguise ha trabajado en torno a una de las piezas más célebres del escritor lanzaroteño: ‘Cariño eterno’.
Así, durante el recreo, y con el objetivo de acercar parte de su producción literaria a los estudiantes, se distribuyeron en la biblioteca del centro varias copias del citado cuento. Además, la radio escolar ha organizado una lectura del mismo amenizada con un acompañamiento musical.
Estas sencillas actividades en los centros educativos de la isla se suman a la celebración por el Gobierno de Canarias de un acto cultural previsto a partir de las 19:00 horas de este miércoles en los Jameos del Agua, y que abrirá una programación que, en los próximos meses, incluirá numerosas acciones organizadas por el propio Gobierno, cabildos, ayuntamientos y entidades públicas y privadas del archipiélago.
Para acercar la figura de este brillante artista a la ciudadanía, el acto de esta tarde, que aúna danza, música y teatro y estará dirigido por Quino Falero, será de libre acceso para el público general y se podrá seguir en directo a través del canal YouTube de la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias: ‘Apúntate a la Cultura’.
José Betancort, más conocido por el seudónimo de Ángel Guerra (1874-1950), nació en Teguise, en Lanzarote, en el seno de una familia humilde de campesinos. A los siete años, su padre emigra a Uruguay y jamás regresa, lo que lleva a su madre a enviar al pequeño a Gran Canaria junto a unos familiares, para intentar darle una educación a través del Seminario. Su personalidad no casa con la educación religiosa, pero le permite ser profesor y mantenerse económicamente, así como escribir columnas en diferentes periódicos canarios. En 1891 publica su primera creación literaria, el poemario ‘Una hoja de mi álbum’.
En 1894, a los veinte años, conoce en Las Palmas de Gran Canaria a Benito Pérez Galdós, durante uno de los pocos viajes que hizo el escritor para volver a su ciudad. De este primer encuentro, el autor escribió posteriormente cómo recordaba “el gran placer de estrechar la mano del que era su gran maestro de las letras”. La amistad que floreció entre ellos determinaría el transcurso de su vida: dos años después, el joven José Betancort comienza a firmar como Ángel Guerra, en homenaje a la novela homónima de Galdós, en la que establece el retrato de un hombre en conflicto consigo mismo.
En 1900, animado por Galdós, Guerra hace las maletas y se traslada a Madrid. “Yo sólo ansío la gloria del arte”, declara a su círculo. Ya en la capital, y bajo el protectorado del gran autor y su familia, el joven conejero logra hacerse un hueco como periodista en la mayoría de periódicos más importantes de la España de la Restauración como ABC o La Correspondencia de España, sorprendiendo con artículos frescos y con ojos al futuro en el apático contexto del Desastre del 98. Comienza los estudios de Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Central y se introduce en los círculos literarios de la ciudad, entabla amistad con otras grandes figuras literarias como Emilia Pardo Bazán o Carmen de Burgos. Algunos lo definen como el ‘líder de la juventud intelectual canaria’. Durante estos años publica las que serán algunas de sus obras más icónicas, como ‘Al jallo’ en 1907 o ‘La lapa’ en 1908. Sus ojos siguen puestos en la vida campesina y marinera de Lanzarote, y al igual que su mentor, denuncia las malas condiciones a través del realismo.
Su figura como escritor y periodista se consolida con los años. Entre 1908 y 1910 ejerce como corresponsal en La Correspondencia de España, donde comparte piso con Manuel de Falla y Luis Bonafoux. Allí, también, entablará lazos con Zuloaga, Fernando León y Castillo. En 1910 fue enviado a Lisboa, donde presenció la instauración de la Primera República Portuguesa.
Tras su estancia Portugal, regresa a España y milita en el Partido Liberal, junto a Benito Pérez Galdós. En 1912, tras la aprobación de los Cabildos Insulares en Canarias, pasa a ser diputado en el Congreso a través de la circunscripción de Lanzarote. Ejerce durante once años en la Cámara Baja, hasta la dictadura de Primo de Rivera. En 1930, ya con Dámaso Berenguer, será director general de Prisiones, donde impulsará cambios de enorme trascendencia para el sistema penitenciario espacio español bajo la premisa de la cárcel como sistema de reinserción social y no un mero espacio punitivo.
En 1933, ya instaurada la II República Española, Manuel Azaña le propone ser ministro de Defensa. Él declina la opción, dado que es partidario de una monarquía parlamentaria. Su pista se pierde durante la Guerra Civil. Deja de escribir en la prensa, y huye, gracias a la ayuda de Juan Negrín, último presidente de la República y que había sido su alumno en Las Palmas de Gran Canaria. Regresará a España algunos años después, alejado de los círculos culturales, literarios y políticos de la dictadura. Muere en 1950.
Escribió en más de 200 periódicos nacionales e internacionales. Es autor de una treintena de libros entre narrativa, ensayo y poesía. Hablaba varios idiomas y tradujo obra extranjera, con especial voluntad en divulgar la de las autoras. Durante su juventud, había escrito un artículo titulado ‘Polvo en el camino’, en el que describe cómo que “se ha llegado a un desprecio insostenible de la mujer, y que es víctima del castigo sistemático por parte del hombre”.
Como crítico literario, se propuso estudiar la imagen de la mujer en obras de la literatura universal poco conocidas en España. En sus últimos relatos, los protagonistas pasan a ser mujeres. ‘Al son del remo’, de 1917 retrata a una mujer que administra los bienes de su familia de pescadores, que tras 40 años no poseen ninguna propiedad y faenan con una barca propiedad de una familia rica. Su narrativa fue una herramienta para denunciar las malas condiciones que vivían las clases humildes de Canarias. Campesinos sin tierra, pescadores sin barca.
Zebensuí Rodríguez, filólogo experto en su figura declara como “Ángel Guerra entendía la vida como un peregrinar constante, de él y de sus personajes. La vida como camino. En esto se acerca a poetas como Rosalía de Castro y Machado. Mientras estos consideran el camino como una búsqueda del sentido de la propia existencia, Guerra entiende el transitar como una forma para encontrarse con el dolor de los demás; y por eso sus personajes también son peregrinos”, ha explicado la Consejería de Universidades, Ciencia e Innovación y Cultura del Gobierno con motivo de la celebración de este Día de las Letras Canarias.